La enfermedad que me convirtió en escritora

¿Alguna vez sentiste que el cristal de tu vida se quebró debajo de tus pies? El miedo te paraliza y cada circunstancia es como un pedazo de cristal que se desprende, mostrando el abismo profundo en el cual puedes caer en cualquier momento.

¿Alguna vez sentiste que el cristal de tu vida se quebró debajo de tus pies? El miedo te paraliza y cada circunstancia es como un pedazo de cristal que se desprende, mostrando el abismo profundo en el cual puedes caer en cualquier momento.

 

Algunos se encuentran así tras perder un empleo o terminar una relación. Otros por no alcanzar una meta o porque algo triste le sucede a un ser querido. Las razones pueden ser diversas y también pueden estar combinadas, en un cúmulo de adversidades que se magnetizan, llegando juntas a tu vida, las cuales, terminan debilitando tus emociones. Entonces, cuando estás a punto de tirar la toalla y oras para que la vida te tenga algo de misericordia, es cuando te encesta el golpe de gracia, el más duro, el que duele más. El knock-out me llegó en forma de diagnóstico. Una enfermedad autoinmune e incurable, con pronósticos a acabar con mis latidos en cualquier momento.

Mi pleito con Dios

Recuerdo una noche fría haber salido corriendo del apartamento. Llegué hasta la entrada del complejo de edificios, donde hay una pequeña laguna. Era tal mi angustia que necesitaba gritar, llorar. Si no lo hacía, sentía que el pecho me iba a estallar. Aferrada a una verja perdí toda compostura y lloré, amarga y largamente. Era tal mi desesperación que me atreví a cuestionar a Dios. Le grité preguntando, ¿Qué es esto? ¿En serio vas a permitir semejante mal? ¿De dónde ha salido esta enfermedad, acaso es un castigo? ¿Soy tan mala ante tus ojos? ¿A eso fue que me trajiste a este país, a que me muera? ¿Vas a quitarme la vida y dejar a mis hijos huérfanos? Pregunté más cosas de ahí y me permití gritar todo el dolor cargado de miedo que llevaba dentro.

Lupus. ¿Cómo es que tengo esa enfermedad? ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo podré trabajar? ¿Qué va a ser de nosotros?

Por mandato de los médicos me fue prohibido salir exponiéndome al sol. Mi cara estaba hinchada, mi nariz y cachetes inflamados con una mancha tipo piel quemada, color vino. Mis dedos encogidos, me dolía caminar, respirar, y era tal el dolor corporal, que no lograba dormir. Aún el cabello empezó a caerse en paquetes, dejando parches redondos de calvicie. Literalmente me estaba cayendo a pedazos.

Sin embargo, como mis hijos dependían de mí, me era imposible permanecer encerrada. Debía llevarlos a la escuela, ir al medico (cada 3 semanas), hacer compras, los quehaceres de la casa, en fin… todo.

Escapo o muero…

El encierro, el incensante dolor, la ansiedad que vivían mis hijos, la escasez por no estar trabajando; entre otras lamentables circunstancias me tenían en el umbral de la depresión y con un pie en el abismo. Mas, y lo atributo a Dios, muy dentro de mí sabía que no podía, que sencillamente no tenía la opción de rendirme. Mientras en lo físico la enfermedad me debilitaba, en mi interior se desarrollaba una determinación, con apellido de terquedad, a no dejarme caer. Entonces recurrí a lo único que tenía: Mi imaginación y la necesidad de huir de un cuarto oscuro. Fue así como empecé a escribir.

Al principio era como si cada palabra me la estuvieran dictando. Me aferré a la historia como si fuera el medicamento que le quitaba el dolor a mi alma. Mis dedos, que para entonces estaban semi encogidos debido a la inflamación en las articulaciones, empezaron a beneficiarse de que les forzara a moverse, mientras usaba el teclado. Como los dolores corporales no me permitían dormir, la pantalla de mi computador se convirtió en una ventana, o puerta a un sub mundo, en el cual yo no era más yo, más bien, un narrador. Un testigo de una historia (aunque ficticia) que debía ser contada (aunque fuera solo para mi) y que tenía el poder de distraerme, arrancándome (cual droga) momentáneamente de mi triste realidad.

Anhelaba yo tener alguna emoción en mi vida, que por eso la inventé. Empecé a escribir Entre Dos Reyes. Salpiqué al personaje femenino (Pamela Hernández) con algunas de mis circunstancias, hasta ponerle el nombre de mis hijos a los suyos. Entonces surgía la necesidad de generar un contraste entre ella y el personaje masculino. Y qué mejor que haciendo de él un tipo inalcanzable, al cual le sonríe la vida.

¡Peligro! Resiste lo cursi

No tienes idea lo fácil que es caer en lo cursi cuando intentas añadir romance a la trama. Me resistí a hacerlo; y por eso, traté de mostrar a ambos personajes tan humanos y reales como lo somos tú y yo. Con virtudes, defectos, inseguridades, reacciones, dudas, inquietudes, humor, traumas, tentaciones; en fin, con vidas tan salpicadas como las nuestras.

Es una historia contemporánea, que explora diversas posturas de comportamiento, que van desde posiciones socio-económicas, crisis existenciales, familias con graves disfunciones; hasta el mundo de las apuestas, los grandes negocios, las traiciones e intrigas y el abuso del poder de quienes se encuentran en la cima. Haciendo uso de un lenguaje llano, en esta redacción encontramos complejidad en la exploración de temas religiosos, de interacción entre parejas, la política, el manejo de la información pública y las grandes intrigas que se dan entre grandes corporaciones. Incluso emplea el uso de tecnologías, de una manera explícita, con las que los personajes interactúan y hasta se espían, logrando que el lector tenga una experiencia más vívida.

Con todo, vas a reir, a sospechar, a molestarte con los villanos y a enamorarte indefectiblemente de Sean y Pamela. Y por si fuera poco, vas a ver lo que es la fe, desde una perspectiva nueva.

Te invito…

A que no duermas hasta terminar toda la historia. ¿Por qué muestro tal confianza al decirlo? No es un dejo de arrogancia. Es la experiencia que me han testificado quienes ya lo han leído. Me acusan de deberles por lo menos una semana de insomnio, pues no pueden soltar el libro. Entre Dos Reyes tiene un lugar especial en mi corazón, por haber sido la terapia que me ayudó en uno de los momentos más terribles de mi vida. Lo he rescatado del olvido de la primera publicación, lo re-edité, le dimos nuevo formato, nueva carátula (con el diseño gráfico creado por mi hija) y ha sido re-lanzado, para que llegue hasta tí, que amas la buena lectura.

Otra historia que también te va a fascinar es la de Aromê. Aunque pensada para un público diferente al de Entre Dos Reyes, Aromê ha probado trascender las edades. La historia es una trilogía que también cuenta con personajes fascinantes. Entérate de lo que se trata y lee el primer capítulo, aquí…

https://books.elizabethespinal.com/